sábado, 17 de marzo de 2012

OTRO TEXTO DEL LIBRO. DOMINGO DOMINGUEZ EN UN RELATO DE VIOLETA MARTINEZ

Domingo Domínguez; 
estirpe patagónica desde 1882 



En enero de 2011,  a solicitud de Mario dos Santos Lopes, concurrí al domicilio de Domingo Domínguez a fin de recuperar a través de su testimonio, la rica historia familiar que comenzó con la ocupación de tierras en la zona de Pico Truncado. Así se refería a este lejano comienzo:  …¨ No sé cuando mis bisabuelos llegaron al país, pero a la Patagonia lo hicieron en 1882, llegando desde la provincia de Buenos Aires con diez hijos, trayendo junto a ellos ovejas de la zona de Madariaga e instalándose después de una larga travesía en la zona de Pico Truncado, precisamente en el sector denominado Cerro Dorado, donde fundaron la estancia “El Dorado” que aún existe y es de un descendiente de don Justo Llanos, que fue el fundador de esta dinastía que echó raíces en la provincia de Santa Cruz.
Como particularidad puedo contar que se instalaron a campo abierto, ya que para esa época no había alambres. Con los años, nueve de sus hijos se dedicaron a la ganadería, las mujeres se casaron con ganaderos y los varones fundaron sus propias estancias, solo una hija de las menores vino a Puerto Deseado y se casó con Petrusic, que era constructor.

Estancia “El Tamarisco”
Mi abuela que se llamaba Casilda Llanos, se casó con Santos Díaz, asentándose en la estancia “El Tamarisco”, la que posteriormente fue de mis padres. Vecino de ellos estaba don Ángel Domínguez que se casó con una hermana de Casilda, llamada Paula.  De esta unión nacieron  Esperanza, Esther y Lolita.
Mis abuelos tuvieron siete hijos, entre los cuáles estaba mi mamá Rosa Adela Díaz,  que se casa con Agustín Domínguez y adquieren las partes de la estancia de los otros hermanos de mi mamá, siendo sus propietarios hasta su fallecimiento. Este establecimiento ganadero se encuentra ubicado a 70 Km. de Jaramillo, al oeste, en la zona donde comienzan las Sierras, teniendo como vecinos La Angelita, La Rinconada de Bain, Prada, Gauto, Tresguerres.
La primera vivienda que construyeron en el campo, luego se transformó en un puesto, y más tarde adquirieron cuatro leguas más de campo, donde habían hecho también una construcción bastante precaria, hasta que en el año 1938 o 39, estando mis padres ya casados, construyeron la casa en un lugar nuevo a 7 u 8 kilómetros; esa vivienda  por un inconveniente con una heladera a kerosén, se quemó, teniendo que construir una casa nueva, donde vivieron hasta que decidieron venir a Puerto Deseado a instalarse.
Llegada la edad escolar, nos trajeron a Puerto Deseado; en mi caso a los 6 años vine pupilo al Colegio Salesiano San José, eso fue en mayo de 1946. Recuerdo que tenía de compañeros a Armando Olivares, un hermano de Puricelli, con el que siempre planeábamos algún escape del colegio para volver a nuestra casa. En esa época se cambió el régimen de clases de invierno a verano, ciclo que duró de mayo a diciembre y luego  comenzaron a dictarse de marzo a diciembre. Algunos de mis maestros fueron Mario Caccia, los salesianos: Ticó, Dellavedova,  Forgacs. Mi estadía escolar pasó muy bien, lógicamente que extrañaba a mis padres porque era muy chico, pero  lo soporté perfectamente bien, sintiéndome muy cómodo, por lo que estoy  muy agradecido a mis padres que me educaron de esa manera y me enviaron a este colegio y a los sacerdotes que me trataron muy bien.
Los pupilos eran de distintas zonas de la Patagonia, había de Perito Moreno, de Sarmiento, de Comodoro Rivadavia, Río Mayo, Río Senguer, Las Heras. Mientras concurrí al colegio formé parte del grupo de los Boy Scouts; allí teníamos una banda, donde yo era el tambor mayor, y aprendí a desfilar con profesores militares, estando a cargo el grupo el Padre Ramos. Con esta actividad participábamos de los desfiles cívicos y de todos los actos y conmemoraciones que se hacían en el patio del colegio.

La vida como poblador rural.
Mientras vivíamos en el campo, mis padres hacían dos viajes al año hasta Deseado: cuando me traían al colegio y cuando venían a buscarme; en vacaciones de invierno no venían, ya que era un clima muy duro y yo me quedaba en el colegio. Mi papá tenía un camión modelo 36 y con ese vehículo se venía al pueblo y se abastecía de todo lo necesario para vivir en el campo. En la estancia se elaboraban productos, se sembraban forrajes y se cosechaban verduras  en la quinta.
Una vez terminada mi escuela primaria, concurrí a la Escuela de Comercio, cuyo edificio estaba ubicado en la calle Mariano Moreno, en una ex cancha de pelota paleta que era propiedad de la familia Huiche.
Terminada la secundaria regresé al campo, donde permanecí ayudando a mi padre hasta la época que fui a cumplir con el servicio militar en el Regimiento Ingenieros motorizado 9 de Río Gallegos. Una vez concluida esta obligación, volví a  Puerto Deseado, alternando en tareas agropecuarias con mi padre hasta que empecé a trabajar en una firma consignataria que se llamaba Ángel Velaz y Cía. Limitada, donde estuve mas de 15 años. Tenía 22 años y trabajaba con Andrés Gutiérrez que era el jefe en Deseado, también con Juan Martínez Lucea, y Galo Gutiérrez,  hermano de Andrés. La oficina estaba ubicada en San Martín 1101 y el representante en toda la Patagonia de esa firma era Enrique García Jaunsarás. Allí aprendí mucho, teniendo categorizados jefes tanto en Andrés como en García Jaunsarás, que eran ganaderos, y donde yo hacía alternancia con ellos en los establecimientos agropecuarios y después comencé a ser viajante representando a la empresa y vendiendo productos que eran comercializados por Ángel Velaz, como el antisárnico Young. Para esa época Deseado era la central de la Patagonia y viajábamos a los campos del Chubut y también hacíamos giras individuales por todos los establecimientos del Departamento Deseado y Lago Buenos Aires. Esta tarea, se llevaba a cabo desde octubre a mayo, y luego con García Jaunsarás, que vivía durante el año entre Deseado,  Trelew  y  Buenos Aires, viajábamos  en gira a  visitar a los representantes de Río Gallegos, Puerto Santa Cruz, Puerto San Julián, y Las Heras. Personalmente comencé a viajar por los campos en el año 1963, conociendo casi todos los establecimientos ganaderos  de la provincia, pernoctando en varios de ellos.

El antiguo oficio de rematar.
Nuestra Sociedad Rural fue fundada en 1913 por un grupo de ganaderos. En la década del 40, al llegar Enrique García Jaunsarás, que fue un destacado comerciante y empresario, y a propuesta de los asociados, se transformó en su presidente por dos períodos, siendo también martillero en gran cantidad de exposiciones.  Luego al comenzar la actividad el Sr. Andrés Gutiérrez, quién también fue presidente de la Sociedad Rural, se transformó en el continuador de García Jaunsarás como martillero, tarea que realizó hasta 1972, en que debido a un lamentable suceso familiar, que ocurriera muy cercano a la fecha de la feria ganadera, decide no continuar con los remates. Entonces los ganaderos me ofrecen llevar a cabo la tarea, que además conocía porque  que era  ayudante  de Andrés, y hago el primer remate en ese verano. Este evento marca mi inicio como rematador. Paralelo a la feria rural de Deseado también me llaman de la de San Julián para organizar el remate.
En aquellos tiempos la hacienda para la feria ganadera era traída en vehículos particulares, el papá de Carlos Orive, don Román, traía reproductores de su cabaña “La Angelita” tardando desde Trelew hasta tres días en llegar  para exponer sus productos en nuestra rural, también traían hacienda de Perito Moreno, y de toda la zona, ya que ésta, era una Rural muy importante, por algo es la mas antigua de Santa Cruz, y la segunda de la Patagonia, luego de la de Camarones que la mantienen viva pero sin actividad. En eso se diferencia nuestra sociedad rural, que siempre estuvo vigente y activa, salvo un corto período en la época del volcán Hudson.
A la fecha llevo mas de cuarenta años como rematador; hice remates en Deseado, San Julián, Comodoro Rivadavia, Río Gallegos, Esquel, Trelew, y también remates particulares, llegando a realizar veinticinco remates anuales de hacienda.
Dentro de la Sociedad Rural participé durante muchos años en la Comisión Directiva, junto entre otros a Sandy Bain, dueño de Floradora, quien fue mi amigo, mi consejero y tuvo mucho que ver en mi formación, mientras él fue Ppresidente, fui desde vocal suplente hasta  tesorero.
Además de los remates, incursioné como martillero judicial trabajando en Deseado y, en la Justicia de Río Gallegos, durante 7 u 8 años con una actividad a pleno, además de continuar con la actividad agropecuaria en mis campos y tener una estancia alquilada en la zona de Río Gallegos.
En cuanto a los remates de las sociedades rurales y particulares,  tuve un antes y un después, debido a que en 1980 fui designado director del Banco de la Provincia de Santa Cruz por el sector agropecuario, siendo propuesto y elegido a través de una terna, por lo que me parecía que no era ético ser director de un Banco que financiaba al campo y a la actividad agropecuaria y por otro lado hacer operaciones comerciales, entonces dejé por un tiempo de común acuerdo con los ganaderos y los directivos de las Sociedades Rurales, pero en cuanto a la Sociedad Rural de Trelew continúe ya que no consiguieron un reemplazo y como era otra provincia donde yo no tenía ninguna actividad con el Banco de Chubut, pude seguir rematando.
En la década del 70 organicé por primera vez un remate para la Estancia Fortitudo, luego por el término de 12 años realicé la misma actividad en las Estancias La Ascención y Bahía de Perito Moreno,  y en la Estancia Las Vegas, Moy Aike chico, y Moy Aike grande, de la zona de Río Gallegos, siendo uno de los pioneros en este tipo de venta de hacienda en los campos. Asimismo junto a la Sociedad Rural de Puerto San Julián tuvimos una experiencia en remates de lanas con buen éxito en cuanto a las ventas, pero no tan agradable en cuanto a los cobros, ya que la firma adquirente una vez que se le entregó la producción  desapareció.

Continuar el mandato familiar: hacer producir la tierra.

Al momento de consultarle como  fueron sus comienzos en la actividad agropecuaria propia, nos cuenta lo siguiente: “… En el año 1964 adquirí la Estancia “La Sin Nombre”, que era de la sucesión Vergara, ese fue el primer campo que tuve, luego lo llamé “Bema”, ubicado sobre la ruta 3 a la altura de la Cabaña, luego en el año 1974 compré un establecimiento vecino “El Principio” y en  1978 adquirí “Las Lomas”, dedicándome a la explotación de esos campos para ovinos. En 1995 vendo “Bema” a una empresa minera Polimet, esto fue después de la erupción del Volcán Hudson (1991), ya que esa zona fue muy afectada, teniendo que sacar incluso la hacienda porque era anti económico y frente a la posibilidad de una explotación minera muy activa tomé la decisión de vender “Bema” a esta firma canadiense,  lo mismo 2000 hectáreas de “El Principio”, continuando la actividad en la estancia Las Lomas (17000 hectáreas) y El Principio (12000 hectáreas).
Pero no todo fue tarea fácil, ya que para 1995 más o menos, empiezan los problemas por la proliferación  de pumas en esta zona, sumándose otro no menos grave, que es la explotación de Cerro Vanguardia en esta zona, quienes a fin de trabajar y extraer los minerales realizan pozos profundos para la explotación de agua. Esto generó que se comiencen a secar los pozos y las aguadas, teniendo que retirar la hacienda de la estancia El Principio, y continuar con la producción en “Las lomas”, aunque el problema también se manifiesta.
En cuanto a las sociedades rurales de la provincia, la mayoría están en actividad, aunque no todas realicen ferias o remates. Actualmente existe cierto desánimo por parte de los productores, lo que es una pena, porque es un sector  importante que no debe desaparecer nunca, ya que su desarrollo ayuda a los pueblos a crecer, brindando productos renovables, y eso tiene que seguir funcionando por los siglos de los siglos, porque da comida, abrigo y trabajo. En lo personal estoy muy conforme con lo que he podido realizar, lógicamente que habrán quedado muchas gestiones que no hemos podido ver cristalizadas, pero creo que se han peticionado y logrado bastantes. Con gran orgullo puedo decir que se trabajó con honestidad, y en lo personal me siento sumamente satisfecho por todo lo que he podido brindar para el sector agropecuario y para la comunidad en la que vivo.

Otras actividades relacionadas al campo.
Además de la actividad ganadera propia, otras actividades lo mantuvieron unido y trabajando en favor del sector rural.
Una nota del diario El Patagónico (1973) informaba sobre una protesta por parte del sector ganadero que se manifestaba con un corte de ruta. Acerca de este tema, nos comenta que estando a cargo de la Presidencia de FIAS (Federación  de Instituciones Agropecuarias de Santa Cruz), "hubo problemas con el valor de la lana; fue un proceso bastante desagradable, en el cual los productos de Santa Cruz eran más castigados que los de otras regiones del país y lógicamente no había rentabilidad para el productor agropecuario. Esto se debía al cobro de impuestos y el valor de retenciones. Así se genera un gran malestar que culmina con una huelga en la que se corta la ruta 3 en varios sectores de la provincia, siendo detenidos 26 o 27 dirigentes y luego puestos a disposición del gobierno y del Juzgado Federal de Río Gallegos. Finalmente el gobierno comprendió nuestra problemática y solicitud, siendo modificados los valores índices para el precio de la lana, lo que produjo lógicamente también una mejora en el  valor de los campos. En esa oportunidad fuimos detenidos por el término de una semana los directivos de FIAS, y los presidentes de las Sociedad Rurales, recibiendo adhesiones de productores de Chile, Perú, y Uruguay".
Avanzada la charla, no podía estar ausente el frigorífico local, por la importancia que tuvo y su íntima relación con el sector rural, de esta manera describía su paso por el mismo: “…En el año 1976 la Sociedad Rural de Puerto Deseado propuso mi nombre a fin de ser designado interventor de la Corporación argentina de productores de carnes, antecesores de Carsa, organismo que había sido fundado en 1923 o 24, pero que durante algunos años no había tenido actividad, encontrándose alquilado, generando un resultado no muy bueno para el sector ganadero, por lo tanto los directivos de la Sociedad Rural de Puerto Deseado estando al frente el Sr Guillermo Bain Mac Kay, realizaron gestiones para que se estableciera nuevamente, siendo entendidos y apoyados por el gobierno a fin de retomar la actividad. Allí me desempeñé durante 3 años y medio, con buen resultado para la empresa, y conformidad de los productores, ya que el primer año se faenaron casi 200.000 cabezas, llegando años posteriores a 260.000, consecutivo a ello se fue buscando la forma para que el frigorífico pase a manos privadas, por lo que durante mi intervención se llevaron a cabo las gestiones para realizar una venta a los productores de la zona, ya que una de las condiciones para participar era ser ganadero. Así fue que se armó una sociedad abierta con algo mas de 300 socios, formando primero una Comisión promotora y luego una definitiva que fue la que tomó el manejo de Carsa, nombre que se le impuso a este nuevo emprendimiento. Algunos productos de la empresa se exportaban y otros iban al mercado interno, se comercializaba mucho cordero a Tucumán, y a una  cooperativa de consumo llamado El hogar Obrero, también se enviaba a Colombia, y a la comunidad europea, ya que la planta luego de algunas modificaciones estaba habilitada para 150 países. En esta época también integré el Directorio de CAP Nacional, siendo vocal de esa repartición. En CAP me desempeñé hasta el año 1979.
Como dije anteriormente en 1980 fui designado director del Banco de la Provincia de Santa Cruz por el sector agropecuario hasta 1983, y luego continué con los remates, aunque hubo un periodo de años luego del volcán hudson, en que dejaron de hacerse remates en las rurales, y también en las estancias., aunque continué ligado a la actividad, ya que estuve radicado en Río Gallegos y me dedique a la actividad en la jurisdicción judicial de Río Gallegos.
A mi regreso de Río Gallegos, la Sociedad Rural de Puerto Deseado, a raíz del Volcán Hudson, sumado al desánimo de los pobladores, y el desarraigo de la gente, había quedado acéfala. Se encontraba entonces un grupo de gente joven que pretendía ponerla nuevamente en funcionamiento; en el caso mío particular, en el cual había sido mas de 20 años directivo de esta Rural, tenía remordimiento de que no funcionara, entonces por ese motivo comenzamos a trabajar con 6 u 8 jóvenes, que me acompañaban y buscamos la manera de ponerla en actividad, lográndolo en el año 2003. Nos costó mucho, no había socios, faltaban los balances de los 10 últimos años que no habían sido aprobados, estábamos sin servicios de agua, de luz y de gas o sea el consiguiente abandono por el desanimo de la gente y que no había ningún interesado, así que comenzamos a trabajar primero con una Comisión normalizadora, después con la Comisión Directiva formada. El primer año realizamos ya una feria ganadera. Junto al saneamiento de las deudas, se logró adquirir un lote de terreno contiguo a las instalaciones que tenemos en el cañadón el cual duplicaba la superficie, las que se venían gestionando de épocas anteriores, mandando a realizar la mensura, pero que al cambiar la Comisión fue quedando sin lograr, por lo que retomamos las gestiones, se aprobaron las mensuras,  se consiguió la voluntad de venta de esas tierras a la Sociedad Rural de Deseado, porque pensábamos y teníamos un plan de poder incrementar actividades en esas tierras y se consiguió el titulo de propiedad durante la primer gestión que tuvimos al frente de la Rural. Allí se realizaron las ferias anuales, y se le permitió a una caballeriza que realizaba actividades ecuestres participar. En la faz edilicia se amplio el salón de fiestas, se incrementó la cantidad de vajilla y mobiliario, llegando a tener cubierta una capacidad para 350 personas. En nuestra gestión forestamos todo el cañadón de la sociedad rural, hicimos instalar tanques para agua, llevamos un acueducto  pequeño de la red de obras sanitarias y pusimos un tanque de 18000 litros, a fin de parquizar todo ese lugar, trayendo plantas de Lago Posadas,  de los Antiguos, de Trevelín, además de pintar todas las instalaciones y de enviar a realizar toda una nueva instalación de energía eléctrica. Todo esto se realizó con fondos que provenían del aporte de los socios a través de sus cuotas y ahorros que íbamos obteniendo de los distintos eventos que se realizaron. Luego en el año 2008 se entregó a una nueva Comisión Directiva.
No obstante continúo ligado a la actividad y trato de ayudar a esta nueva Comisión, ya que queremos que continúe funcionando, cada vez mejor, para que sea siempre un éxito nuestra Sociedad Rural  y un evento más de los que prestigia a Puerto Deseado".

Violeta Martínez

viernes, 16 de marzo de 2012

EL CAMPO DESEADO Y SU GENTE, EN RADIO CONTINENTAL

Este viernes 16 de marzo saldremos al aire por Radio Continental de Buenos Aires. El reconocido conductor Fernando Bravo hablará del libro "El campo Deseado en su gente" en su ciclo "Bravo Continental", líder de audiencia en AM en las tardes. El programa comienza a las 13, y la entrevista será entre las 15 y las 17.

martes, 13 de marzo de 2012

EL CAMPO DESEADO Y SU GENTE EN LA FERIA DEL LIBRO

Confirmado:
el "libro del campo", como le hemos llamado desde que surgió la idea, estará promocionado en las grandes pantallas que instalará en su stand la Editorial Dunken. Esta es una nueva forma de exhibir, para los miles de visitantes a la Feria Internacional del Libro, en Buenos Aires, los títulos que publican.
En nuestro caso, EL CAMPO DESEADO Y SU GENTE, con el sello de Ediciones Culturales EL ORDEN, estará apareciendo cada diez minutos durante seis días, del 27 de abril al 2 de mayo .

domingo, 11 de marzo de 2012

Compartimos un texto de "El campo Deseado y su gente"

Memorias con nombre y apellido

Entre los años 1961 y 1964 acompañé en varias ocasiones a mi padre, Santiago Santos,  en su recorrida por estancias de la zona, como él era abastecedor de carnes, compraba en estas giras ovinos que  luego faenaría diariamente en su matadero para abastecer  a las carnicerías locales.
Se comenzaba en Noviembre, cuando empiezan las esquilas, allí los ganaderos aprovechan para sacar algunos capones, porque son viejos, porque tienen que aliviar el campo porque ha llovido poco, o para recaudar y hacer frente a los gastos de estos trabajos; por eso seguíamos las comparsas de esquila en las distintas estancias revisando los lotes a la venta. Luego de las esquilas, que terminaban en Enero, se seguía recorriendo las estancias, ya que algunos sacaban hacienda en alguna pelada de ojos, un baño o por la sequía. 
A partir de 1965, cuando él fallece, los hijos acompañados por mi tío Bernardo empezamos a realizar ese trabajo, por lo que me ha tocado recorrer muchas estancias, conocer a los dueños, los encargados, los peones, los que trabajaban por día, y en las comparsas, a los dueños, encargados y por supuesto a todos los cocineros de esquiladores, que generalmente son personajes especiales, cada uno con su carácter, pero siempre cordiales, y como  a nosotros nos veían muy seguido seguramente nos hacían pedidos de algo que necesitaban del pueblo.
Nuestra gira de compras comenzaba en Octubre, visitando a Jesús “El Negro” Nicolay, comprando los corderos para el día de la Madre.
En noviembre, cuando la máquina de esquila de la Cooperativa de Cabo Blanco iniciaba sus labores en El Pajonal, que era en ese entonces de la familia Ramírez, allí estábamos al pié de las manijas observando la hacienda que luego pasaríamos por la manga en el  corral.
De allí a Estancia San Ramón de Florencia Fon, donde nos recibía don Mateo Crucich y más adelante Nastro  Carilli. El encargado fue por muchos años Ceferino García y junto con su familia nos hacían sentir como en nuestra casa y recuerdo especialmente los exquisitos postres de doña María Pross de García.
De allí la comparsa se trasladaba a Estancia La Estrella, fundada por don Valentín Roquefoulle y administrada por su yerno el agrimensor Roberto Sahade, con cuya hija fuimos compañeros de primaria. Este establecimiento ganadero tiene importantes manantiales y don Valentín  Roquefoulle  construyó una turbina que generaba electricidad y que estaba cercana a la casa de los peones. También eran famosas las quintas por sus frutales y sobre todo por los extensos  frutillares.
Y así seguíamos recorriendo casi todas las estancias de la zona, donde no solo realizaba trabajos de esquila la Cooperativa de Cabo Blanco,  había  otras comparsas,  como las de Juan Glessener, “Chiquín” Marsicano, el “pelado” Lemke, el “Pampeano” Rojas, Martínez de Jaramillo y  los hermanos Aguilar de Puerto Deseado, que con esfuerzo y dedicación aún siguen recorriendo los establecimientos ganaderos.


Cada año eran muchas las estancias visitadas, entre ellas: El Pajonal de la familia Ramírez, San Ramón de Florencia Fon, La Estrella de Roberto Sahade, Las Violetas de Baldomero Lallana, La Aguada de Alejandro Manildo, Cerro Redondo de Suc. Berta Dujón de Burlotti,  El Chara de Enrique Julio Rodríguez, La Pluma de los hermanos Ribaya, Los Álamos de la familia Peláez (nunca olvidaré las meriendas con sándwiches de jamón crudo casero que aquí nos ofrecían), La Perilla de Alberto Calvo, La Buenos Aires de los hermanos Fernández, Campamento Real de Osvaldo Luna, estancia que tomó el nombre de un antiguo asentamiento aborigen del cacique Real o Rial que había existido allí antiguamente, La Armonía de Arturo Suárez, La Maruja de María Elvira Pedemonte, La Elvira de Pedemonte, Los Eucaliptos de la familia Glesener, La Aguada a Pique de Alberto Quintanal, Floradora de Guillermo Bain, Las Margaritas de la familia González, Fortitudo de Juan Jamieson, El Palenque de Andrés Gutiérrez, Cañadón del Rancho de José Estévez, Monte Verde de Pedro Kelly, San Marcos de Marcos Turcato, Frida de los hermanos Walker, La Pedrera de los hermanos Mac Ivor,  La Dorita de Celestino Fernández, El Pirámide de Máximo Díaz, El Bagual de Coco Díaz, La Angelita de Arturo Álvarez y Ángel Hevia, La Paloma y San Miguel de Alberto Ferreiro, La Covadonga de la familia Pérez,  Las Martinetas de Joaquín Fernández, Tipperary de Angus Bain,  La Aguada Grande de la familia Dürr, El Nahuel de Máximo Dürr,  La Trabajosa de la familia Kunlhe, La Escondida de la Suc. Julián  Álvarez, El Cuadro de Alberto Feijoó, Las Piedras de Suc. Hortensia Fernández, El Cóndor de José Mon,  El Moscoso de Baldomero Cimadevilla, La Julia de Nito Cimadevilla, San Juan de Juan Dufourg, La Aguada del Loro de Antonio Roscic, Tres Fontanas de Alejandro Galiment (como esta estancia está cercana a Deseado, mi padre  nos llevaba desde  muy chicos y era especial ir por la quinta de alfalfa hasta el manantial para tomar agua en un jarrito), El Arbolito de Zudaire, El Triunfo de Oscar Feijoó, María Clotilde de Mariano López, Dos Hermanos de Ignacio P. Fernández, El Sacrificio de Baldomero Vivar,  Piedra Negra de José Peláez, El Meridiano de Carlos Peláez,  Roca Blanca de hermanos Peláez, Bajo Grande de Felipe Vázquez, Bajo Pantano de Rufino Álvarez,  El Amanecer de Ojeda, El Caburé de hermanas Jammet, La Rosada de Arturo Cadario, Aguada del Japonés de Diego Nache, Tres Puntas de Suc. Pedro Fasioli, La Aurora de Rafael Wilson, Cerro Pancho de la familia Piccininni, La Golondrina de Olaf Fjell, La Leona de Pasarón,  Laguna Manantiales de Aniceto Naves, La Isabel de hermanos Martínez Mallada, Cerro Horqueta de Suc. Pedro García, Laguna Chica de Suc. Ángel Aguirre, Pirámides de Pablo Cicelli, Tres Cerros de familia Insúa, La Mancha Blanca de Santos Muruzabal, 8 de Julio de hermanos Muruzabal, Los Álamos de Ernesto Venditti, La Chaira de Alejandro Tirachini, Cerro Mojón de Norberto Jolly, La Enrriette de Pedro Jolly,  Cerro Moro de hermanos Camps, El Mosquito de familia Gómez, La Herradura de Miguel Iriarte, La Madrugada de Enrique García Jaunsarás, El Polvorín de Héctor Núñez al que le gustaba el té bien negro y dulce, por eso ponía en la taza dos saquitos y cinco cucharadas de azúcar,  La Central de Oscar González, La 36 de Emilio Fuentes, La Piperona de Suc. Ramón Álvarez,  La Porteña de Noriega, Santa Elena de David Bain, La Lechuza de la viuda de Ribaya, La Leona de Pasarón, El Palenque de Jacqueline  de Muruzabal, La Pingüin de Rómulo Fernández, El Negro de Pedro Jenkins, la  San Jorge  de Miguel Zeravica,  La Negrita   de Alfonso Ramos, La Rufina  de Tiburcio Apesteguía,  La Pava  de Martínez Ramos,  El Zorro de Guillermo Halliday, Chimen Aike de Manuel García, La Juanita de Julián Baztán, El Triunfo de Suc. Alberto Baztán y Santa María y La Argentina de Gumersindo González Díaz.
De las estancias de Julián Baztán y Gumersindo González Díaz se traía la hacienda en arreo hasta Las Heras, allí era embarcada en vagones del ferrocarril y transportada a Puerto Deseado. Para los hermanos menores era una fiesta acompañar el arreo desde el desembarcadero del ferrocarril hasta el potrero cercano al matadero.
Son innumerables las anécdotas a través de los años, pero ha llamado mi atención una relacionada con avestruces. Cuentan que cada macho tiene aproximadamente 8 hembras en su harem y estas ponen aproximadamente  8 huevos cada una en el nido que empollará el macho. Si el macho es joven, enterrará un huevo en el fondo del nido, que sacará al nacer los pichones, lo romperá y al podrirse se llenará de moscas, las que comerán los charitos en los primeros días. Si el macho es adulto enterrará dos o tres huevos, lo que le ayudará a criar un número mayor. Teniendo en cuenta  esto, al ver un avestruz podremos saber si es joven o viejo por la cantidad de charitos que está criando.
Y otra respecto a caballos: me contó Pedrito Bertón que él compraba baguales en la zona de San Julián y los traía a un potrero del campo de la estancia  La Castora de Celestino Suárez que da contra el Río Deseado. Allí él hacía un campamento y se dedicaba al amanse de esos caballos, pero a pesar de la gran cantidad  que habían pasado por sus manos, decía que sólo unos pocos eran realmente buenos en todos los aspectos, algunos no tenían buen trote, o galope, otros asustadizos, o se cansaban fácilmente,  o les costaba responder a la rienda, que era muy difícil encontrar un caballo bueno, que de los que él había tenido, le sobraban los dedos de una mano para contarlos.
Y entre las cosas poco comunes que me ha tocado comer, recuerdo en Estancia El Zorro de Guillermo Halliday, comimos avestruces rellenas con papas y cocinadas con piedras calentadas previamente en un fogón  sin sacarle las plumas: sólo se le sacaban los huesos de las patas. Cuando los cocineros, paisanos de una colonia aborigen de la zona, estimaron que ya estaban cocidas, se las colocó con la parte de las patas hacia arriba y al cortárselas, quedó como una olla humeante de la que primero nos servimos una sopa con mucho ají molido, orégano y papas,  luego cortándola desde el interior de esa olla se fueron sirviendo los trozos de carne. 
Muchas de estas estancias han cambiado de dueño. Yo las nombro con el nombre y el dueño de la época en que las recorríamos comprando hacienda que luego faenábamos en nuestro matadero para abastecer a la localidad, y eso ocurrió hasta 1976.


Carlos Roberto Santos

lunes, 5 de marzo de 2012

Ahora también en LA TERMINAL

La excelente respuesta de los lectores al libro EL CAMPO DESEADO Y SU GENTE nos ha llevado a extender los puestos de venta. Ahora también puede adquirirse en la confitería de la terminal de micros de Puerto Deseado, abierta las 24 horas.




Esperamos sus comentarios sobre el libro, agregados, otros testimonios... Nuestro correo es deseadorevista@yahoo.com.ar