miércoles, 27 de febrero de 2013

OTRO TEXTO DEL LIBRO: ESTANCIA LA AGUADA


 

Estancia La Aguada

 

La estancia La Aguada ubicada en la zona de Cabo Blanco a  15 Km. de ese lugar paradisíaco, pertenece a la familia Manildo desde aproximadamente 1922, mi abuelo Alejandro, inmigrante italiano arribado a la Argentina siendo apenas un adolescente, después de otras actividades desempeñadas en Bs.As., viene como tantos otros europeos a la Patagonia, ya casado , se dedica al oficio de carrero en la zona de la cordillera en Chubut, con su esposa y cuatro hijos conviven en las tolderías del lugar, tres de sus hijos nacen en Colonia San Martín, mi padre Alejandro, tía Ana, y tía Andina , muy dura debe haber sido la existencia  en esa época para la Abuela María, también italiana , yo no la conocí, falleció joven, pero quedaron elementos de ella de uso personal que nos daban pautas de una vida muy distinta a la que le tocó vivir al emigrar de BsAs a la Patagonia.

Al abuelo le gustaba trabajar la tierra, además de las tareas propias de la ganadería, rodeó la casa de un pintoresco jardín,  quinta con frutales variados y todas las verduras que pudieran cosecharse en la zona, además de alfalfa para los caballos.

Cerca de la Estancia se encuentra la salina llamada Grandes Salinas de Cabo Blanco, recuerdo que el abuelo traía sal y la dejaba secar al sol para luego guardarla en frascos, siempre se utilizó esa sal para las comidas también en casa de mis padres, y no sé si es nostalgia pero puedo asegurar que le da un sabor especial….

Con el paso del tiempo, mi padre se hace cargo de los trabajos rurales, era el único hijo varón, mis tías se casan y dejan la casa paterna del campo, tía Ana se casó con Florián Torremocha guarda hilo del telégrafo de Cabo Blanco, tía Andina con Francisco Dallpozzo, telegrafista del correo en Puerto Deseado, y después empleado de comercio, tía Andina y tío Francisco dejaron en mis hermanos y en mi los más gratos recuerdos de una infancia llena de mágicas historias, barriletes y muebles de madera para las muñecas, por suerte vivían alado de mi casa con los patios comunicados por lo que el contacto era continuo, ellos no tenían hijos.Tía Amanda se casó con Domingo Menicucci el sastre del pueblo, tenía la sastrería en la calle Don Bosco.

Cuando mis hermanas mayores comenzaron la escuela, mi madre se quedó en el pueblo, pero para los trabajos rurales como esquila, señalada etc.siempre había alguna tía disponible para cuidarnos y ella acompañaba a papá en el campo.

Nosotros pasábamos las vacaciones de invierno y las de verano en La Aguada, pero no aislados, los domingos eran frecuentes las reuniones entre las familias de los pobladores de la zona, Familias como los Rodríguez de estancia El Chara, los Huiche de La San Lorenzo, Los Kuhnle de La Aguada La Oveja, Layana de Las Violetas, Doña Camila y Don Valentín Roquefeuil de La Estrella, Familiares de Florencia Font de La San Ramón , Los Ramirez de Estancia El Pajonal, Los Quintanal de La Aguada a Pique y algunos más que tal vez no recuerdo, a veces en alguna de las estancias y otras en Cabo Blanco compartiendo con la gente de Marina que en ese entonces contaba con  una dotación de varias personas y algunos con sus familias, además de las que ocupaban las dos casas del correo. Se compartían asados, tardes de pesca, recolección de mejillones que eran consumidos por todos, puestos apenas en una vieja olla sobre un fueguito en la playa, y por supuesto no faltaban los partidos de fútbol, de truco en la casa del faro, había una verdadera convivencia y quizás más vida social que la que llevaban en Deseado en los meses de invierno.

También eran frecuentes las visitas obligadas a las estancias en los trayectos de ida y vuelta Deseado -La Aguada-Deseado, la huella no era la ruta en su estado actual, demorábamos bastante, y si había llovido corríamos otra suerte…pero insisto ¡era divertido! al menos así lo vivía yo en mi infancia.

Dora Manildo

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